Sonambulismo.

Niño que estando dormido, se levanta de la cama y hace actividades que pueden ser habituales. Presenta mirada fija y perdida, desorientación y menor reactividad a estímulos, se levanta, después vuelve a la cama o puede seguir durmiendo en cualquier otro lugar. Es difícil despertarlo y si se hace se muestran confusos y desorientados. Tienen amnesia del episodio. Suelen ser episodios únicos cada noche, de unos 10 minutos de duración. Suele iniciarse a partir de los 6-8 años (máxima prevalencia a los 12 años), y desaparece antes de los 15 años. Hay una incidencia familiar. Tratamiento dirigido a evitar lesiones: no usar literas, cerrar con llave puertas, protectores en ventanas, usar alarmas.

Bruxismo.

Rechinar los dientes durante el sueño. Aunque se haya relacionado con la presencia de parásitos intestinales, no siempre es así. Puede haber un sustrato emocional (estrés, ansiedad). Los niños pueden tener dolor en mandíbula, sensibilidad de los dientes, o dolor de cabeza al despertar. En ocasiones hay que consultar al ortodoncista para evitar el desgaste de las piezas dentales.

Somniloquia.

Hablar en sueños, desde sonidos ininteligibles hasta frases coherentes, con contenidos afectivos, o de acontecimientos recientes. Favorecida por fiebre, ansiedad o tensión emocional. No requiere tratamiento ya que no constituye ningún problema.

Terrores nocturnos.

Aparecen al inicio del sueño, consisten en: gritos, los padres le encuentran sentado, aterrorizado, gesticulando, con verbalización de contenido terrorífico, acompañado de palidez, sudoración y palpitaciones y activación motoras. Se resiste a que le toquen o sujeten, movimientos de defensa, o de huida apresurada. No reconoce ni parece ver a los padres ni responde a los intentos de calmarlo. Es difícil despertarle, y si se hace, no recuerda el episodio. Cede en pocos minutos espontáneamente. Se inician entre los 2 y los 4 años y desaparecen progresivamente, aunque pueden persistir hasta la adolescencia. Es más frecuente en varones. No se asocian a trastorno neurológico o psicopatológico.

Confusión al despertar o alerta confusional.

Pueden parecerse a los terrores anteriormente descritos, pero sin contenido terrorífico. Suelen llamar a los padres, emitir palabras ininteligibles, a veces con irritabilidad o agresividad. No se consuelan ni responden adecuadamente a las preguntas. Los intentos para acabar con el episodio pueden hacer más intensos los síntomas. Puede haber palpitaciones o sudoración. Ceden en pocos minutos sin recordar lo sucedido. Comienza típicamente a los 5 años. Puede ser más frecuente durante un episodio febril (delirio febril) o en situaciones de stress.

Pesadillas.

Son sueños con experiencia de miedo que generalmente produce un despertar con sensación de angustia. Se producen más frecuentemente al final de la noche y a diferencia de los terrores, el niño se despierta de forma completa, orientado, recuerda el sueño y lo relata con detalle. Se calma con relativa facilidad con los padres. Aparece frecuentemente entre los 3 y 6 años y aunque tienden a disminuir con la edad, un grupo pequeño de niños continúa teniendo pesadillas más allá de la adolescencia y requieren psicoterapia.

Movimientos rítmicos durante el sueño.

Movimientos o conductas ausentes de significado, repetitivos, que se asocian a la transición vigilia-sueño. Se inician entre los 6 y 12 meses y desaparecen espontáneamente antes de los 3-4 años. Los movimientos pueden consistir en balanceos del cuerpo, con el niño en postura de gateo, movimientos o giros de cabeza golpeándose contra la almohada. Suelen ser suaves y esporádicos y no son motivo de alarma para los padres, aunque en ocasiones son muy frecuentes e intensos, crean gran angustia y pueden requerir tratamiento farmacológico. Si persisten en mayores de 6 años pueden asociarse a psicopatología.

Mioclonías del sueño. Son contracciones musculares involuntarias al inicio del sueño, más frecuentes en las piernas. El niño no es consciente de los episodios, pero a veces hay sensación de "caída", que le puede despertar, y acompañarse de un grito. Ocurren a cualquier edad. Predisposición familiar.

Calambre nocturno. Sensación dolorosa de agarrotamiento, habitualmente en gemelos o pie, que provoca el despertar. Dura segundos o minutos. Se alivia con masajes, calor o estiramientos.

Síndrome de piernas inquietas. Sensación desagradable de hormigueo en las piernas cuando están en reposo, tanto en sentado como tumbado, y que provoca una necesidad irresistible de moverlas. Más frecuentes a última hora de la tarde y en la primera mitad del sueño, pudiendo causar despertares frecuentes. Es más frecuente en niños hiperactivos y asociarse a anemia. Son habituales los antecedentes familiares.

Narcolepsia.

Los niños con narcolepsia desarrollan somnolencia excesiva y "ataques incontrolables de sueño" durante los cuales se quedan dormidos contra su voluntad. En ocasiones se observan caídas bruscas desencadenadas por emociones fuertes (risa, sustos…). Comienza por lo general durante la pubertad, pero puede hacerlo antes. Si ha observado estos síntomas en su hijo sería conveniente que fuese valorado por un especialista en sueño.