El Prof. Valentín Fuster nos acerca al lado más humano de la ciencia en la segunda conferencia del 90 Aniversario de la Fundación Jiménez Díaz
El renombrado cardiólogo, considerado una leyenda viviente por el Colegio Americano de Cardiología y receptor de infinidad de premios, como el Príncipe de Asturias de Investigación, compartió las claves de su trayectoria y su visión de la Medicina

- Un encuentro con el cardiólogo de prestigio internacional centrado en el poder transformador de la mentoría, la educación y el compromiso con las nuevas generaciones
- El hospital continúa impulsando la divulgación científica y una medicina humanista y accesible a través de un ciclo de conferencias con expertos de referencia internacional
La Fundación Jiménez Díaz acogió ayer la segunda sesión del ciclo de conferencias con el que este año conmemora su 90 Aniversario. En esta ocasión, el protagonismo ha recaído en el Profesor Valentín Fuster, cardiólogo e investigador incansable, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), presidente del Mount Sinai Fuster Heart Hospital y director médico del Hospital Mount Sinai de Nueva York, además de figura clave en el desarrollo de una Medicina más humana y comprometida con la sociedad, no solo a nivel nacional, sino internacional.
El Aula Magna del centro hospitalario ha sido testigo de una conversación íntima, aunque rodeada de atentos espectadores -cerca de 300, que han llenado las gradas de la sala-, entre el Prof. Valentín Fuster y su más estrecho colaborador, el Dr. Borja Ibáñez, especialista del Servicio de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz y director científico del CNIC, de vocación igualmente repartida entre la investigación y la asistencia clínica. Un diálogo que ha ofrecido a los asistentes una profunda reflexión sobre los pilares de la vocación médica, la investigación cardiovascular y el papel del compromiso humano en la ciencia.
El acto ha sido introducido por Aurora Herraiz, directora de Responsabilidad Social Corporativa del hospital, y presentado por su gerente, el Dr. Javier Arcos, quien ha destacado el orgullo que "supone contar, en el marco de este aniversario, con una figura científica de dimensión internacional cuya trayectoria encarna a la perfección los valores que promovemos desde la Fundación Jiménez Díaz: la excelencia en asistencia, investigación y docencia".
No en vano, como ha recordado, ambos invitados están en mayor o menor medida vinculados a la institución: el Prof. Fuster ha visitado la "Concha" en varias ocasiones para participar en eventos científicos; mientras que el Dr. Ibáñez, "conchito" de pleno derecho, se impregnó ya desde su etapa como residente en la Fundación Jiménez Díaz con los valores de su fundador, apostando por combinar la asistencia con la investigación y la docencia.
El valor de los referentes
La conversación ha girado en torno al último libro del invitado, "Valentín Fuster, siempre adelante", unas memorias en las que repasa su trayectoria personal y profesional, pero también una declaración de principios sobre la necesidad de dar sentido a la vocación médica. A lo largo del diálogo se ha subrayado una y otra vez el relevante papel de los mentores en la vida de los jóvenes profesionales. "Yo soy un producto de mis mentores", ha afirmado con convicción el Prof. Fuster, reconociendo que, sin aquellas figuras que lo orientaron, su camino hubiera sido otro. Por eso, desde hace años, dedica gran parte de su esfuerzo a acompañar, formar e inspirar a nuevas generaciones de médicos e investigadores.
Para Fuster, la transmisión de conocimientos no puede desligarse del ejemplo y del compromiso personal. "Formar a los jóvenes no es solo enseñarles lo que sabes, es mostrarles quién eres", ha afirmado, subrayando la responsabilidad que tienen los profesionales con experiencia de devolver a la sociedad lo que han recibido. Su defensa apasionada de una medicina vocacional y comprometida encontró eco en las palabras del Dr. Ibáñez, quien reconoció que su propio camino comenzó con el deseo de seguir ese mismo modelo: "Yo aprendí aquí, en esta casa, que la investigación y la asistencia no están reñidas, sino que se complementan. Y fue junto a Valentín cuando descubrí que la ciencia debe tener un propósito humano".
Un legado de inspiración
Más allá de los hitos científicos, lo que más ha calado entre los asistentes ha sido el relato vital del invitado. Sus recuerdos de infancia, sus años de formación en Edimburgo o su salto a Estados Unidos han servido como hilo conductor para transmitir una idea central: la Medicina es una ciencia basada en el esfuerzo, la vocación de servicio y la empatía.
"No basta con tener conocimiento técnico, hay que tener sensibilidad para escuchar, para mirar a los ojos, para tocar al paciente", ha remarcado el profesor. En este sentido, Fuster ha alertado sobre los riesgos de una medicina excesivamente tecnificada en la que se pierda el contacto directo con las personas. "La tecnología no puede sustituir a la relación humana, sino complementarla. Debemos en recuperar la mirada clínica, la exploración física y, sobre todo, la escucha al paciente", ha aseverado.
Formar es transformar
Uno de los aspectos más inspiradores del encuentro ha sido la insistencia del Prof. Fuster en la necesidad de educar a la sociedad. "La prevención empieza en la infancia. Si queremos cambiar el futuro de la salud tenemos que invertir en la formación de nuestros niños, especialmente en los entornos más vulnerables", ha afirmado, compartiendo su experiencia al frente de programas educativos desarrollados en distintos países con su Fundación SHE (Science, Health and Education), centrada en la Ciencia, la Salud y la Educación.
Ese espíritu transformador ha estado también presente en su visión del liderazgo: "Un líder no trabaja para sí mismo sino para la organización que representa -ha sentenciado-. El verdadero liderazgo consiste en servir, en dejar huella en las personas, no en los títulos".
Un hospital con historia y con futuro
El Dr. Javier Arcos ha recordado que Fuster ya fue distinguido en 1996 con el Premio Lección Conmemorativa "Jiménez Díaz", otorgado por la Fundación Conchita Rábago también en este Aula Magna. "Hoy, casi tres décadas después, volvemos a recibirle en esta casa, en el marco de nuestro 90 aniversario, como símbolo de continuidad entre lo que hemos sido y lo que queremos seguir siendo: una institución al servicio del conocimiento, la excelencia asistencial y la sociedad", ha destacado el gerente del hospital.
El ciclo de conferencias conmemorativas del 90 aniversario de la Fundación Jiménez Díaz continuará en los próximos meses con la participación de referentes de otros ámbitos de la Medicina. Cada una de estas sesiones representa una oportunidad para rendir homenaje al legado de la institución y seguir construyendo una medicina que inspire, eduque y acompañe.