El Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz garantiza a todos los pacientes un tratamiento individualizado. Aún estamos lejos de conseguir la "medicina personalizada", pero cada vez disponemos de mejores estrategias para tratar a los pacientes de acuerdo con la mejor estrategia disponible y de acuerdo a sus características físicas y biológicas.

En concreto, el equipo de la Unidad de Linfomas realiza un estudio integral de 3 variables que hacen que cada tratamiento sea individualizado para cada paciente.

  • Terapia adaptada a las características biológicas del tumor

Existen numerosos subtipos de linfomas, y cada uno tiene unas características específicas que nos permite seleccionar la mejor terapia para cada paciente. Esta estrategia se basa en la identificación de "biomarcadores", es decir, marcadores propios de la célula tumoral en el linfoma que nos permitan diseñar un tratamiento específico contra ellos, sin afectar, o lo menos posible, a las células sanas. El biomarcador más conocido es CD20, que nos permite identificar a los pacientes que se beneficiarán de tratamientos con anticuerpos monoclonales anti-CD20. La identificación de nuevos biomarcadores nos permitirá elegir qué tratamiento administrar a los pacientes cuyo tumor lo exprese, siendo más efectivo el tratamiento, y no se lo demos a aquellos pacientes cuyo tumor no lo exprese, para evitarles así efectos secundarios.

  • Terapia adaptada al riesgo

No todos los pacientes con el mismo tipo de linfoma tienen los mismos factores de riesgo. Cada subtipo de linfoma tiene un "índice pronóstico" que se calcula en base a características de la enfermedad y del propio paciente, y que le confiere una mayor o menor probabilidad de que el linfoma no progrese o de estar vivo. En función del grupo de riesgo de cada paciente podemos diseñar estrategias terapéuticas a medida.

  • Terapia adaptada a comorbilidades

Los tratamientos de quimioterapia o los nuevos tratamientos biológicos o de dianas moleculares no están exentos de efectos secundarios. Es importante evaluar al paciente en su conjunto, con el fin de identificar otras patologías que tiene conjuntamente con el linfoma, para tratar de no agravarlas, como por ejemplo, evitar fármacos de producen toxicidad cardiaca en pacientes con problemas de corazón, evitar fármacos de producen toxicidad renal en aquellos pacientes con problemas de riñón, etc.

Además, existen "escalas de comorbilidad" que nos dan una idea de si el paciente va a ser capaz de tolerar el tratamiento inicialmente previsto, o si precisa de ajuste de dosis o de suspender alguno de los fármacos. Dichas escalas nos dan una información medible y podemos tomar esta decisión de forma objetiva y no meramente subjetiva como se hacía antes.

  • Terapia adaptada a edad del paciente

Cada vez más los pacientes llegan a edades más avanzadas, en las cuales la probabilidad de desarrollar algunos tipos de cáncer son incluso más frecuentes. Por el simple hecho de ser un paciente de edad avanzada no es indicativo de no estar en perfectas condiciones de poder recibir un tratamiento adecuado para un linfoma. En la mayoría de los casos, los pacientes de edad avanzada reciben menos tratamiento o menos intensivo al pensar de forma subjetiva que no lo van a tolerar.

En la Unidad de Linfomas de la Fundación Jiménez Díaz apostamos por una evaluación geriátrica integral, utilizando formas objetivas de medir tanto las comorbilidades, el estado funcional y mental del paciente de edad avanzada, con el fin de poder administrar el tratamiento adecuado a aquellos pacientes que de forma objetiva sean capaces de tolerarlo, y podamos adaptar el tratamiento al otro grupo de pacientes "frágiles", con el fin de no añadir toxicidad excesiva que descompense su estado funcional.