¿Qué tratamos?


Nuestros cardiólogos tratan todo tipo de Enfermedades cardíacas incluyendo:

  • Infartos de miocardio.
  • Enfermedad coronaria.
  • Enfermedad válvula aórtica.
  • Prolapso valvular mitral.
  • Miocardiopatías.
  • Arritmias.
  • Hipercolesterolemia.
  • Insuficiencia cardiaca.
  • Hipertensión arterial.
  • Síncopes o pérdidas de conocimiento.
  • Síntomas cardiovasculares:
    • Dolor torácico (angina de pecho)
    • Fatiga o falta de aire.
    • Hinchazón de piernas

Las opciones de tratamiento incluyen:

  • Medicación. Ajustes de tratamiento
  • Procedimientos terapéuticos
  • Recomendaciones de modificación estilo de vida y dieta


Infarto Agudo de Miocardio

Se trata de la oclusión aguda de una arteria del corazón a consecuencia de un trombo, provocando la falta absoluta de riego sanguíneo en una parte del miocardio.

Se diagnostica mediante los síntomas del paciente y la realización de un electrocardiograma si se sospecha un Infarto, realizándose entonces una coronariografía de forma inmediata. Se introducen a través de una arteria, habitualmente del brazo, unos tubos finos llamados catéteres que se avanzan hasta las arterias coronarias (arterias del corazón) para inyectar contraste en su interior y detectar la obstrucción. Una vez diagnosticada la ausencia completa de riego sanguíneo en una arteria, se introducen en su interior, a través de los catéteres, distintos dispositivos para restaurar el riego, implantándose en la mayoría de los casos un stent (muelle de metal) en la zona del coágulo para mantener la arteria abierta.

Enfermedad válvula aórtica

La válvula aórtica es una de las 4 válvulas que existen dentro del corazón. Se encuentra entre la cavidad de bombeo principal del corazón (ventrículo izquierdo) y la arteria principal del cuerpo (aorta). Por diversas causas, puede llegar a deteriorarse y producir lo que denominamos valvulopatía o enfermedad valvular aórtica. Estas causas pueden ser congénitas (es decir, desde el nacimiento) o adquiridas con los años (deterioro por la edad, enfermedad reumática, etc.). Muchas veces, cursa sin síntomas durante muchos años. Sin embargo, con el trascurso del tiempo pueden aparecer síntomas y signos como soplos, dificultad para respirar (disnea), mareos o desmayos (síncopes), dolor en el pecho o hinchazón de las piernas (edemas).


Los dos principales tipos de enfermedad valvular aórtica son:

  • ESTENOSIS AÓRTICA: Las valvas que forman la válvula aórtica no se separan bien, impidiendo el paso correcto apertura de la válvula. Esto se debe a que estas valvas se alteran de forma que se hacen más rígidas o se fusionan entre ellas dificultando el movimiento normal de apertura de la válvula aórtica.
  • INSUFICIENCIA AÓRTICA: En este caso, la válvula aórtica no se cierra correctamente, dejando escapar el flujo sanguíneo hacia atrás de vuelta al ventrículo izquierdo.

Aunque en fases iniciales de la enfermedad sólo se requiere el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular en el caso de estar presentes, cuando haya una alteración severa del funcionamiento de la válvula que genere síntomas, o sobrecargue el corazón, se hace necesario realizar una reparación o sustitución de la válvula. En general, este tratamiento requiere una intervención quirúrgica, aunque específicamente para la estenosis aórtica en los últimos años se han desarrollado tratamiento que permiten sustituir la válvula aórtica mediante un cateterismo (sin necesidad de cirugía) en pacientes seleccionados.

Prolapso valvular mitral

El prolapso de la válvula mitral es una alteración que ocurre cuando sus valvas, al cerrarse en sístole, no se quedan al nivel apropiado, sino que se abomban hacia la cavidad superior izquierda del corazón (aurícula izquierda) durante la contracción cardíaca (sístole). El prolapso de la válvula mitral a veces hace que la sangre fluya en dirección contraria, hacia la aurícula izquierda, un trastorno llamado «insuficiencia de la válvula mitral». La gran mayoría cursa sin síntomas y con bajo riesgo de complicaciones.


Hay varias causas de prolapso mitral, las más frecuentes son:

  • Prolapso sobre válvula mixoide, con tejido redundante de ambos velos, que impide el correcto cierre de estos.
  • Prolapso en relación con rotura de cuerda tendinosa (flail mitral), que impida el correcto cierre valvular.

La técnica diagnóstica de elección del prolapso mitral es el Ecocardiograma, que permite ver la anatomía mitral y ver la severidad de la insuficiencia. Dependiendo del grado de afectación valvular y del grado de insuficiencia mitral que se produzca el tratamiento es diferente, pudiendo requerir en algunos casos cirugía.


En casos muy seleccionados de prolapso valvular que cursan con insuficiencia severa, y en los que el riesgo quirúrgico es muy alto, se puede intentar reducir la regurgitación valvular implantando un dispositivo llamado "mitra-clip" a través de un cateterismo cardiaco que intenta "pinzar" en la zona de mayor fuga los velos anterior y posterior mitral para reducir la insuficiencia.

Miocardiopatías

Las miocardiopatías son un conjunto de enfermedades que producen anomalías intrínsecas de la capa muscular del corazón. Se agrupan según la forma y función específica de la enfermedad que producen. La sociedad europea de cardiología describe los siguientes grupos:

1- Miocardiopatía hipertrófica: se trata de una enfermedad donde se produce un crecimiento anormal del músculo del corazón que no es secundario a otras patologías como pudiera ser la hipertensión arterial o la estenosis aórtica. Además, se producen alteraciones en las células cardiacas que no se producen en otras enfermedades. Esta patología puede ser hereditaria.

2- Miocardiopatía dilatada: es una enfermedad donde se puede producir una dilatación del corazón, que a su vez puede conllevar una pérdida de fuerza de este, de manera que el corazón se vuelve incapaz de bombear suficiente sangre hacia el resto del organismo. Por ello pueden aparecer síntomas como la falta de aire o hinchazón en los pies. Existen algunas formas que tienen un origen genético.

3- Displasia arritmogénica de ventrículo derecho: en esta enfermedad la capa muscular del corazón, más frecuentemente la del ventrículo derecho, se va modificando y se sustituyen las células musculares cardiacas por tejido cicatricial y adiposo sin capacidad de contracción. Esta enfermedad puede ser grave porque en ocasiones ocasiona arritmias malignas.

4- Miocardiopatía restrictiva: En este grupo de enfermedades, la fuerza con la que se contrae el corazón es normal pero la manera en que se relaja en diástole está alterada, por lo que tampoco se llena bien y no envía suficiente sangre al resto del organismo.

5- Otras miocardiopatías: Aquí se engloban otras enfermedades menos frecuentes del músculo cardiaco como la miocardiopatía no compactada, la fibroelastosis o las miocardiopatías mitocondriales.



Arritmias

Las arritmias cardiacas son un conjunto de enfermedades del corazón en las que hay una alteración del ritmo cardiaco normal, bien sea por frecuencias lentas (bradiarritmias) o rápidas (taquiarritmias)


Las bradicardias se deben a un trastorno en la formación o en la trasmisión del impulso cardiaco. Dan lugar a frecuencias cardiacas insuficientes para mantener una actividad cardiaca adecuada. Los síntomas que pueden producir son mareos, síncopes, fatigabilidad o disnea. Su diagnóstico se puede hacer con un sencillo electrocardiograma o un Holter (un electrocardiograma que dura desde un día hasta 3-4 semanas). A veces se requieren técnicas más complejas, como una prueba de esfuerzo, un Holter subcutáneo (que duran hasta 3 años) o incluso la realización de un estudio electrofisiológico, que es un tipo de cateterismo sencillo en el que podemos estudiar en profundidad el sistema eléctrico cardiaco. El tratamiento de este tipo de trastornos es variable pero muchas veces suele ser necesario el implante de un marcapasos.


Las taquicardias son trastornos del ritmo cardiaco en los que la frecuencia cardiaca es muy rápida. Existen diferentes tipos dependiendo del mecanismo que las origine, el punto de origen y la coexistencia de otras alteraciones del corazón. Se incluyen en este grupo las extrasístoles, las taquicardias supraventriculares, la fibrilación y el flútter o aleteo auricular y las taquicardias ventriculares. Los síntomas suelen ser palpitaciones, dolor torácico, mareos, síncope o hasta la muerte súbita. Para el diagnóstico, en general, se usan las mismas pruebas que para las bradiarritmias. El tratamiento es muy variable dependiendo del tipo de taquicardia. En ocasiones no precisan tratamiento por ser benignos y asintomáticos, y en otras, se emplean fármacos antiarrítmicos. Hoy en día la mayoría de las arritmias pueden tratarse mediante técnicas de ablación, que consiste en la realización de un cateterismo cardiaco para eliminar, mediante radiofrecuencia (calor) o crioablación (frio), el sustrato que genera la arritmia.



Hipercolesterolemia

El colesterol es una sustancia grasa natural presente en todas las células del cuerpo humano necesaria para el normal funcionamiento del organismo. La mayor parte se sintetiza en el hígado, aunque en menor cantidad se obtiene también a través de algunos alimentos. Hay varios tipos de colesterol, pero en general los separamos en colesterol bueno (conocido como HDL) y el colesterol malo (principalmente el denominado LDL).


En general, llamamos hipercolesterolemia a niveles de colesterol total en sangre> 200 mg/dl, aunque lo ideal es conocer la cifra de LDL que debería estar por debajo de 116 mg/dl en la población general y más aún en pacientes con enfermedad cardiovascular o alto riesgo de padecerla. Lo más importante es que en la mayor parte de los casos no da síntomas inicialmente, de ahí la importancia de hacer el diagnóstico mediante un análisis de sangre para prevenir las complicaciones derivadas de tener niveles elevados en sangre durante años que pueden depositarse en la pared de los vasos sanguíneos dando lugar a las conocidas placas de ateroma (aterosclerosis) que favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (angina de pecho, Infarto agudo de miocardio, Ictus...).

La prevención del hipercolesterolemia comienza por una buena alimentación y evitar el sedentarismo y el sobrepeso, algo que también es beneficioso para evitar el desarrollo de hipertensión arterial y diabetes. Sin embargo, hay pacientes con un componente hereditario que favorece el desarrollo de hipercolesterolemia que van a necesitar tratamiento médico desde el diagnóstico.

Como hemos dicho, el LDL debería ser menor de 116 mg/dl en la población que no tiene otros factores de riesgo ni problemas cardiovasculares.A mayor riesgo cardiovascular más bajo es el objetivo de LDL. A los pacientes con riesgo cardiovascular muy alto, como los que ya han tenido un infarto, en los últimos años se les mantenía el LDL por debajo de 70 mg/dl, aunque las últimas guías de la Sociedad Europea de Cardiología abogan por un objetivo menor de 55 mg/dl. Afortunadamente, el área cardiovascular está en constante evolución y disponemos de múltiples fármacos para bajar los niveles de colesterol, como las estatinas, los fibratos, el ezetimibe y, más frecuentemente los denominados inhibidores de PCSK9.



Insuficiencia cardiaca

Es una alteración en la que el corazón no es capaz aportar la sangre oxigenada que necesita el organismo, o para hacerlo tiene que realizar un sobreesfuerzo continuo.


Se estima que entre el 1-3% de las personas adultas en los países desarrollados presentan Insuficiencia cardiaca (IC). En pacientes mayores de 75 años la presencia de esta patología es mucho más frecuente, llegando al 16% en nuestro país. En España es la primera causa de hospitalización entre los pacientes mayores de 65 años, la 4ª causa de mortalidad y una importante causa de reingresos hospitalarios. Las causas más frecuentes, pero no las únicas, de desarrollar IC son la cardiopatía isquémica (por ejemplo, el infarto de miocardio), la enfermedad del músculo cardiaco (miocardiopatías), las arritmias, y las alteraciones de la válvula cardiacas.


Dadas las enormes implicaciones que tiene la IC en términos de mortalidad y disminución de la calidad de vida, la prevención de la IC es una cuestión de gran importancia. Se recomienda una vida cardiosaludable, evitando el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo, así como beber alcohol con moderación y el control de otros factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial, la diabetes y los niveles elevados de colesterol.


El diagnóstico precoz de la IC resulta de gran importancia para poder establecer tratamientos con impacto positivo en la mortalidad y la disminución de la calidad de vida que asocia esta enfermedad. A él se llega a través de la entrevista médica, la exploración física y con pruebas de imagen como el electrocardiograma (ECG), la radiografía de tórax, el ecocardiograma y ciertos valores analíticos.


El tratamiento de la IC incluye fármacos que modulan mecanismos del organismo que se activan en este síndrome y a la larga resultan deletéreos para corazón. Entre estos fármacos encontramos los betabloqueantes, los inhibidores de la angiotensina, los inhibidores de la neprilisina y los antagonistas de la aldosterona. También resultan de gran utilidad los diuréticos que son fármacos que ayudan a eliminar líquido.



Hipertensión arterial

La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. La relación entre la tensión arterial y los problemas cardiovasculares es continua, es decir, cuánto más alta es mayor probabilidad tendrá una persona de desarrollar eventos cardiovasculares. Por este motivo la hipertensión (HTA) se define como el nivel de tensión en el que los beneficios del tratamiento (estilo de vida o fármacos) superan los riesgos de esta intervención y la definimos como toda TA mayor o igual a 140/90.


La HTA está presente en el 40% de la población adulta y en la mayoría de los casos no da síntomas (por eso es importante tomarse la tensión arterial regularmente para detectarla precozmente). Algunas personas pueden tener cefalea o sangrados por la nariz, pero son poco específicos y pueden no ser debidos a HTA.


Debemos tratarla HTA porque puede condicionar un aumento de la incidencia de eventos cardiovasculares (infartos de miocardio, ictus, insuficiencia cardiaca, hemorragia intracraneal…) y por este motivo hay que realizar recomendaciones sobre el estilo de vida e indicar tratamiento farmacológico cuando sea necesario para disminuir este riesgo.



Síncopes o pérdidas de conocimiento.

Un síncope es una pérdida de conocimiento transitoria que se sigue de una recuperación completa e inmediata. Es muy frecuente, y hasta el 40% de las personas tienen uno a lo largo de su vida. Generalmente su pronóstico es bueno, aunque un pequeño porcentaje se debe a enfermedades graves, por lo que se necesita un adecuado diagnóstico y tratamiento.


Los síncopes más frecuentes son los denominados vaso-vagales o neuromediados, y se deben a una bajada brusca de la tensión arterial. Son más comunes en la adolescencia, pero pueden ocurrir a cualquier edad. El segundo tipo de síncope más frecuente es el denominado ortostático, que ocurre al levantarse o incorporarse bruscamente. El grupo menos frecuente es el de los síncopes cardiogénicos, que se deben a enfermedades propias del corazón, como arritmias o enfermedades estructurales del mismo. Generalmente con una buena historia clínica se llega al diagnóstico, pero en ocasiones pueden necesitarse pruebas adicionales como un electrocardiograma, un Holter, un estudio electrofisiológico o incluso estudios por parte del Servicio de Neurología.


El tratamiento del síncope varía mucho en función del tipo y la causa que lo origine. Puede incluir desde medidas posturales y cambios del estilo de vida hasta el uso de fármacos, el implante de un marcapasos o de un desfibrilador u otros tratamientos más específicos.



Dolor torácico y Enfermedad Coronaria

En general, y aunque siempre hay excepciones, el dolor torácico de origen coronario suele ser opresivo, no localizado en un punto en concreto, sino en la región del esternón y/o en la parte izquierda del tórax. Los lugares más comunes de irradiación suelen ser el brazo izquierdo, la mandíbula y la espalda. El dolor suele aparecer con el esfuerzo y desparecer a los pocos minutos de que el esfuerzo haya cedido. No es infrecuente que el dolor anginoso se asocie a nauseas o vómitos, sensación de falta de aire o sudoración. Además, si el dolor es cada vez sean más intenso, aparece con menos esfuerzo, tarda más en desaparecer o incluso se presentan en reposo el paciente debe acudir a Urgencias.


La causa cardiaca de este dolor suele ser la enfermedad coronaria. Son estrechamientos en las arterias coronarias que se deben a la presencia de placas de aterosclerosis en las mismas. Estas placas contienen colesterol entre otros componentes y su formación se debe a los factores de riesgo cardiovascular (tabaco, colesterol, diabetes e hipertensión arterial entre otros).Cuando el estrechamiento alcanza un nivel importante puede producir dolor torácico con el esfuerzo o el estrés, que denominamos angina.


Es importante destacar que el diagnóstico de sospecha de angina de pecho es clínico, es decir, se hace mediante el interrogatorio del médico. Las pruebas que realizar varían en función de las características del dolor y el paciente. La prueba más invasiva y que confirma la presencia de enfermedad coronaria es la coronariografía. Esta prueba se realiza de modo emergente cuando un paciente tiene un infarto agudo de miocardio, y de modo simplemente urgente o incluso programado en otros casos, en general cuando la sospecha de enfermedad coronaria sea alta bien por características clínicas muy claras del dolor o porque los datos de los tests diagnósticos realizados así lo sugiere.


Una prueba muy útil, rápida y cómoda tanto para el paciente como para el médico es el AngioTAC de coronarias, que nos permite una visualización directa de estas arterias, siendo especialmente útil cuando los dolores tienen baja probabilidad de ser de origen coronario a criterio del médico.


Otras pruebas muy utilizadas tanto por su valor diagnóstico, en pacientes sin antecedentes de problemas coronarios, como porque aportan información pronóstica, son los test de esfuerzo y las pruebas de provocación farmacológicas anteriormente descritas.


La enfermedad coronaria se trata, entre otros, con fármacos antiagregantes, que reducen la capacidad de la sangre de formar trombos, e hipolipemiantes, que bajan el colesterol. Además, puede ser necesario abrir la zona estrechada de las coronarias implantando un stent mediante cateterismo o, en casos, más severos, hacer una cirugía de by-pass, en la que se salva la zona obstruida colocando un puente con una vena de las piernas o con una arteria.

Fatiga o falta de aire.

La disnea es una sensación subjetiva de dificultad respiratoria que se suele traducir en "falta de aire". Se puede distinguir según su gravedad, que oscila desde la disnea de grandes esfuerzos, hasta aquella disnea que ocurre en reposo con intolerancia al decúbito y que puede ir acompañada de hinchazón de piernas, palpitaciones, ansiedad. La disnea es un síntoma cardinal de las enfermedades del corazón, aunque no exclusivo de ellas, pues también está presente en las enfermedades pulmonares.


Por tanto, si una persona tiene disnea es muy importante ponerse en contacto con su médico para investigar la causa. Es importante aclarar que la disnea no es sinónimo de falta de oxígeno, sino un síntoma subjetivo. Así, puede haber pacientes con disnea y un problema cardiaco que sin embargo tengan oxígeno normal en sangre.


La mayor parte de las enfermedades del corazón puede producir disnea al ocasionar lo que conocemos como Insuficiencia Cardiaca. Las más frecuentes son la mala función del ventrículo izquierdo (muchas veces debida a uno ó más infartos previos) y las enfermedades valvulares.



Hinchazón de piernas

Por edemas en miembros inferiores se entiende la situación de hinchazón de los tejidos blandos de las extremidades inferiores. En la mayoría de los casos esta hinchazón es debida a retención de líquido hidrosalino.


Los edemas por retención hidrosalina pueden ser un síntoma de insuficiencia cardiaca, que a su vez puede deberse a diversas enfermedades de corazón (infarto, enfermedades congénitas o adquiridas del músculo cardiaco, enfermedades inflamatorias como las miocarditis, toxicidad cardiaca por fármacos, crisis hipertensiva, taquicardias, etc.) o a causas extracardiacas (anemia, hipertiroidismo, carencia de proteínas, desnutrición, enfermedades renales, enfermedades graves, etc.).


Para descartar que los edemas de las piernas sean de causa cardiaca se debe realizar una exploración física detallada en busca de otros signos de insuficiencia cardiaca y como pruebas complementarias principales se recomienda realizar una radiografía de tórax, un electrocardiograma, analítica y un ecocardiograma para evaluar el funcionamiento del corazón y orientar el diagnóstico. Estas pruebas pueden complementarse con otras más avanzadas ya mencionadas en caso necesario.



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