La única manera de diagnosticar un linfoma es mediante una biopsia. Existen varios tipos de biopsias. Los médicos deciden cuál utilizar según los aspectos únicos de la situación de cada persona.

Biopsia por escisión o incisión:

Este tipo de biopsia es el más común si se sospecha un linfoma. En este procedimiento, un cirujano realiza una pequeña incisión en la piel para extirpar el ganglio entero (biopsia por escisión) o una pequeña parte de un tumor grande (biopsia por incisión).

Si el ganglio está localizado en una zona cercana a la superficie de la piel, la operación es simple y a menudo se puede realizar con anestesia local. Por el contrario, si el ganglio se encuentra dentro del tórax o del abdomen, el paciente es sedado o se le administra anestesia general.

Este método casi siempre proporciona suficiente cantidad de muestra para hacer un diagnóstico del tipo exacto de linfoma.

Biopsia por aspiración con aguja fina o biopsia por punción con aguja gruesa:

En la biopsia por aspiración con aguja fina (fine needle aspiration, FNA), el médico utiliza una aguja hueca muy fina mediante una jeringa para extraer (aspirar) una pequeña cantidad de tejido de un ganglio linfático agrandado o de una masa tumoral. Para la biopsia por punción con aguja gruesa (BAG) se usa una aguja más gruesa para extraer un fragmento de tejido ligeramente más grande.

Para un ganglio agrandado que está cerca de la superficie del cuerpo, el médico puede dirigir la aguja mientras palpa el ganglio. Si el tumor está localizado en un sitio profundo del cuerpo, el médico puede guiar la aguja usando una tomografía computarizada o una ecografía.

Una biopsia por aguja no requiere cirugía, pero en algunos casos no puede extraer suficiente cantidad de muestra para un diagnóstico definido. La mayoría de los médicos no hacen biopsias con agujas para diagnosticar un linfoma. Pero si el médico sospecha que la inflamación de los ganglios linfáticos se debe a una infección o a la propagación de un cáncer existente en otro órgano, la biopsia con aguja puede ser el primer tipo de biopsia que se haga. Es posible que se requiera de una biopsia escisional para diagnosticar y clasificar el linfoma, aun después de hacer una biopsia con aguja.

Una vez que se diagnostica el linfoma, a veces se utilizan biopsias con agujas para examinar áreas en otras partes del cuerpo que pudieran indicar una propagación del linfoma o que éste haya regresado después del tratamiento.

Otros tipos de biopsias

Estos procedimientos no se hacen normalmente para diagnosticar el linfoma, pero puede que se hagan para ayudar a determinar la etapa (extensión) de un linfoma ya diagnosticado.

Aspiración y biopsia de la médula ósea: estos procedimientos a menudo se realizan después de haber diagnosticado un linfoma para ayudar a determinar si está afectando la médula ósea. A menudo, las dos pruebas se hacen al mismo tiempo. Generalmente las muestras se toman de la parte posterior del hueso de la pelvis, aunque en algunos casos se pueden tomar del esternón o de otros huesos.

En el procedimiento de aspiración de médula ósea, usted se acuesta en una mesa (ya sea sobre su costado o su barriga). Después de limpiar la piel que se encuentra sobre la cadera, el médico adormece el área y la superficie del hueso con un anestésico local, que puede causar una breve sensación de escozor o ardor. Luego se inserta una aguja delgada y hueca en el hueso, y se usa una jeringa para aspirar una pequeña cantidad de médula ósea líquida. Hasta con el uso de un anestésico, la mayoría de los pacientes experimentan algo de dolor breve cuando se extrae la médula ósea.

Generalmente se realiza una biopsia de médula ósea inmediatamente después de la aspiración. Se extrae un pequeño trozo de hueso y de médula con una aguja ligeramente más grande que se hace girar al empujarse en el hueso. La biopsia también puede causar algo de dolor brevemente. Una vez que se hace la biopsia, se aplica presión en el sitio para ayudar a detener cualquier sangrado.

Punción lumbar: esta prueba se usa para detectar células de linfoma en el líquido cefalorraquídeo (LCR), que es el líquido que baña el cerebro y la médula espinal.

Para esta prueba, el paciente puede sentarse o acostarse de lado. El médico primero adormece un área en la parte baja de la espalda sobre la columna vertebral. Entonces se introduce una pequeña aguja hueca entre los huesos de la médula espinal para extraer algo de líquido.

La mayoría de las personas con linfoma no necesitarán esta prueba. Sin embargo, los médicos pueden ordenarla para ciertos tipos de linfoma o si una persona tiene síntomas que sugieren que el linfoma pudo haber alcanzado el cerebro.

Muestras del líquido pleural o peritoneal: la propagación del linfoma al tórax o el abdomen puede causar la acumulación de líquido. El líquido pleural (dentro del tórax) o líquido peritoneal (dentro del abdomen) puede extraerse colocando una aguja hueca a través de la piel en el tórax o en el abdomen. El médico usa un anestésico local para adormecer la piel antes de insertar la aguja. Luego, se extrae el líquido y se examina con un microscopio para determinar si hay células de linfoma. Al procedimiento que se usa para remover el líquido del área que rodea el pulmón se le llama toracocentesis. Cuando se usa para extraer el líquido que se encuentra en el interior del abdomen, se le llama paracentesis.