¿Qué es?

Las cistopatías crónicas son aquellas enfermedades que producen una alteración de la vejiga y su recubrimiento interno (urotelio). Pueden ser consecuencia de infecciones urinarias previas, enfermedades sistémicas (diabetes, mastocitosis...) o bien de origen desconocido. No es infrecuente que este tipo de trastornos produzcan dolor a nivel vesical, con el llenado de la vejiga.



¿Qué pruebas me van a realizar?

Además de una adecuada Historia Clínica donde se reflejen edad, antecedentes generales y urológicos y síntomas asociados, es necesario realizar una exploración física. Ésta se realizará con la vejiga llena y vacía, en posición ginecológica y bipedestación. De esta forma es posible evaluar la anatomía genital y realizar una exploración neurológica, así como una evaluación de la musculatura pélvica.


Ninguna prueba es imprescindible, pero las siguientes pueden resultar de ayuda según el criterio de su urólogo:

  • Cistouretrografía: consiste en, sondando previamente al paciente, llenar de contraste la vejiga y pedirle que orine delante de un aparato de rayos X (similar al de las radiografías), para evaluar la forma y la capacidad vesical y uretral.
  • Ecografía: sirve para evaluar la anatomía del aparato urinario en su conjunto.
  • Resonancia magnética nuclear (RMN): es una prueba que tiene una buena visualización para ver tejidos blandos. Permite descartar la presencia de otras lesiones cercanas a la vejiga como causa del trastorno vesical.
  • Estudio urodinámico: es una prueba invasiva en la que se coloca una sonda vesical y otra rectal, llenando de líquido (suero) la vejiga. Posteriormente, se realiza la micción, objetivándose la respuesta de la vejiga al llenado y durante el vaciado. Es una prueba que evalúa el funcionamiento vesical.
  • Cistoscopia: sirve para descartar enfermedades en la vejiga que generen el trastorno. Es otra prueba invasiva, que gracias a un instrumento llamado cistoscopio permite entrar en la vejiga con anestesia local y valorar directamente su superficie interna.

¿Cómo se trata?

El tratamiento de las cistopatías crónicas y el dolor vesical secundarios a otra enfermedad será el tratamiento de la enfermedad que lo cause.


Lamentablemente, muchos de los casos son de origen desconocido, sin encontrarse una causa que los justifique, por lo que el tratamiento será el de los síntomas que presenta el paciente.


Existen varios tratamientos admitidos a nivel internacional:

  • Tratamiento oral: utilización de fármacos analgésicos que ayuden a combatir el dolor.
  • Tratamiento endovesical: consiste en instilar dentro de la vejiga una solución con ácido hialurónico. Esto permite la regeneración de la capa protectora interna de la vejiga, disminuyendo los síntomas. También es posible realizar estas instilaciones con otras sustancias, que también disminuyen el dolor y el exceso de sensibilidad a nivel vesical.
  • Rehabilitación de suelo pélvico: es muy útil en aquellos casos en los que el dolor sea generado por una contractura del suelo pélvico.
  • Inyección anestésica en puntos dolorosos: indicada en el tratamiento de determinadas neuropatías periféricas o síndromes miofasciales (contracturas de suelo pélvico crónicas y no manipulables con tratamiento manual fisioterápico).
  • Hidrodistensión vesical: se realiza un estiramiento de la vejiga con suero bajo anestesia, para mejorar su capacidad y disminuir el dolor. Es posible combinarlo con la inyección de toxina botulínica para aumentar su duración, aunque no hay consenso sobre la localización y dosis de esta inyección.
  • Coagulación de úlceras: en aquellos pacientes que presenten úlceras en la superficie de la vejiga, la coagulación de estas puede aliviar el dolor.
  • Neuromodulación: la estimulación eléctrica de las raíces nerviosas que van hacia la vejiga puede modificar la sensibilidad y el dolor del paciente.
  • Cistoplastia de aumento o cistectomía: en los casos en los que la vejiga ha perdido completamente su función o suponen un riesgo para el funcionamiento de los riñones, puede ser necesario reemplazar parcial o totalmente la vejiga con intestino delgado. Es el último recurso en este tipo de patologías y no siempre consigue la desaparición del dolor.